El Mat como respuesta

Sosteniéndome en la incomodidad. Saco una pierna y después la otra. La práctica esta pegajosa porque el calor afuera es intenso, se siente la llegada del verano, acomodo la cuerpa y sigo en movimiento. La traspiración acompaña el proceso de purificación al que invita la serie, transpiro, elimino toxinas y empiezo a sentir una alquimia poderosa dentro y fuera de mí.

Cuando Sukha Uruguay me propuso escribir para el blog me agarró en un momento de la vida en donde enfrentar una hoja en blanco era imposible. Igualmente ahí mismo supe que quería escribir sobre “la práctica”. En sí misma, sola, puede ser un jarrón vacío, pero también puede ser un caldero relleno de pócimas que nos permitan transitar la vida con plena atención y consciencia en el presente. No resuelve nada aunque en realidad lo acomoda todo. La capacidad de ahondar en nosotres, conocernos y a partir de ahí mirar la vida es la cualidad personal con la que enmarcamos aquello que llamamos “práctica”. Es entonces la puerta a la sensibilidad más profunda de nuestro ser, hasta llegar a conocer con certeza y familiaridad el sonido de nuestras tripas. Es una maestra paciente y silenciosa, no pide nada y lo devuelve todo. Es refugio y hogar.

A nosotres, les ashtanguis, nos encanta hablar de la práctica, de lo que nos genera, como nos moviliza, si cagamos o no antes de subirnos al mat, hasta en qué recoveco de nuestras entrañas físicas y emocionales nos permitió llegar alguna vez, las frustraciones, el amor profundo y les amigues que nos hacemos en el silencio del Shala mientras la respiración nos une como una red invisible, aquí, allá y en todos lados.

Hace poco terminamos un intensivo de ocho días en Punta del Este y en esas mágicas ruedas de cierre una amiga hizo un paralelismo entre a una licuadora increíble que ella tiene y la práctica.  La anécdota iba a colación de las experiencias profundas a las que pudimos acceder durante esos días, emocionades y abiertos como el corazón de Hanuman expuesto al mundo. Con la licuadora podemos hacer licuados, y esos licuados pueden estar solo bien, o pueden ser mezclas increíbles que nutran y despierten nuestras cuerpas y sistemas nerviosos de una manera única y especial. Los condimentos del caldero, los ingredientes en la licuadora, la atención plena y el corazón ardiente, esos son las cualidad personales con las que accedemos a esta profundidad. Podemos llenar el caldero de ultraprocesados o de frutas y verduras llenas de información para nuestras células. Elegimos nuestra propia aventura.

Durante estos meses, escribir no me salía, en cambio abrir el mat fue moneda corriente. Hace más de ocho años y dos hijes que abrir el mat es moneda corriente para mi cuerpa  y mi mente. Con el Ashtanga crecí y me transformé, pase por muchísimos momentos, por sed de ásana, de entender con la cuerpa hasta donde podía llegar la respiración, llegue a sentir en la caja torácica la movilidad del cuerpo de una serpiente, flexibilidad absoluta, también rigidez. Con la práctica llore, reí, me inspire y encapriché enormemente. Creo que la autenticidad a la que me permitió llegar hoy es mágica y ahora mi encuentro diario no es evaluado con severidad sino con amor y la intención puesta en la presencia y el timing entre mi movimiento y el respiro. 

Es la terapia diaria, el espejo sincero en el que me miro a diario y con el que puedo mirar a los demás. El yoga es el camino hacia la libertad, la libertad de ser quienes somos y de esa manera contribuir positivamente a les otres, nuestro entorno y el mundo.

Hace un tiempo recordamos junto a una amiga unas palabras gigantes de mi maestro Lino Miele:

Una vez le preguntamos a Lino en un retiro:
-Lino, ¿cuándo sabe un/a yogui que es estudiante avanzado?.
Y Lino respondió:
– Decime…¿vos te levantás cada día y hacés al menos los saludos al sol?
– Sí… pero a veces ni completo la primera serie.
Y Lino dijo:
-Si todos los días abrís el mat e inicias la práctica, sos un/ a estudiante avanzada/o.
La constancia es más valiosa que los resultados.

La invitación de estas palabras es salir de nuestra mente, llena de excusas, para habitarlo todo, entregarnos por completo al viaje que nos propone esta generosa práctica. Para llegar a lo suave y sutil  primero tenemos que pasar por lo áspero y rustico, no podemos saltarnos eso, ni en el mat, ni en la vida. Nos abrimos así a las energías del universo, con las oleadas y los rebotes. Abrir el mat a diario, como ritual.

¿Cuántas formas puede tomar un yogui? ¿Cuántas maneras de expresarse y de ser? ¿Por qué construimos al yogui vacío de emociones intensas? ¿Acaso este cuerpo no está aquí para experimentar las infinitas posibilidades del alma?

La clave está en la consciencia en lo transitorio de ciertas expresiones, poner nuestra impronta y encontrar la paz. ¿Sos une estudiante avanzado/a?

Abrí el mat: ahí está tu respuesta.

Autora: Tati Feldman