Que es el Yin Yoga y su origen

Descubrí el Yin Yoga hace más o menos 7 años cuando vivía en Barcelona. Hasta el momento yo nunca había escuchado hablar de ese estilo de yoga, pero durante un módulo de la formación de yoga que estaba cursando había varias horas dedicadas a esta práctica. Así fue como sin saber mucho de qué iba todo esto, tuve mi primera clase, y la verdad es que la deteste de principio a fin, recuerdo querer irme corriendo, sentirme incómoda, luchar por poder mantenerme en la postura mientras que mi cabeza no me daba un segundo de paz,  pero hubo algo que sucedió en esas 2 horas que me llamó a seguir profundizando en esta práctica.

Pero empecemos por el principio, que es el Yin Yoga y todo eso, y luego les iré contando cómo esta práctica me fue enamorando hasta no soltarla más.

Qué es el Yin Yoga y su origen.

El Yin Yoga es una práctica lenta e introspectiva, donde se busca la quietud en las posturas y la permanencia en el asana (entre 1 y hasta 20 minutos) para dar tiempo al cuerpo a digerir y a permitir que el flujo de energía circule. El Yin combina el Hatha Yoga y la sabiduría de la Medicina Tradicional China. Surgido a finales de los años 70 y principios de los 80, se trata de un estilo de yoga bastante nuevo que tiene sus raíces en el Hatha Yoga Pradipika y en las enseñanzas taoístas de China y Taiwán.

Según la tradición taoísta, antigua filosofía china, la Energía Yang se caracteriza por el movimiento y la fuerza, y está asociada al calor, la luz, el día, lo rápido, lo activo, el fuego, en el cuerpo físico principalmente a musculatura.

La Energía Yin, por el contrario es caracterizada por la quietud y la paz, se asocia con el frío, lo oculto, lo lento, lo pasivo, el agua, y en el cuerpo físico redes faciales, ligamentos y articulaciones.

El Yang es la energía predominante en nuestras vidas: nuestro día a día está lleno de actividades Yang (corremos de un lado a otro sin parar, estamos todo el tiempo haciendo cosas e intentando ser lo más productivos posible), y la mayoria de las prácticas de yoga que solemos elegir como el Vinyasa  o el Ashtanga también están llenas de esa energía Yang; son divertidas, activas, generan fuerza y nos energizan. 

La energía Yin se asocia a actividades más tranquilas, como relajarse, acurrucarse, descansar y dormir. 

Si pensamos en un periodo de 24 horas, podemos ver el constante menguar y aumentar de estas dos energías. La medicina china  enseña que el Yin y el Yang no sólo son opuestos, sino que son interdependientes (no puede haber oscuridad sin luz) e inter transformadores (el día y la noche se transforman continuamente el uno en el otro). 

Así que el Yin yoga consiste en equilibrar estas dos energías opuestas. Se trata de escuchar al cuerpo después de un día lleno de movimiento y tareas, se trata de parar y tomarse un tiempo en lugar de ir corriendo de una cosa a otra, se trata de percibir las sensaciones y quedarse con ellas en lugar de vincularlas. Se trata de soltar, de dejarse llevar. Y en ese lugar de dejarse llevar y recibir lo que surja es, casi siempre, dónde sucede la magia.  

Los tres tattvas o principios de la práctica yin.

1-Entrar en la postura hasta la profundidad apropiada, es decir que no vamos a la versión más exigente del Asana de golpe, sino que empezamos en el primer punto de resistencia del cuerpo, permanecemos ahí, y a medida que el cuerpo se relaja con el paso del tiempo, profundizamos. 

2-Mantenerse en total quietud, sin importar lo que vaya aflorando en nuestra mente o cuerpo.  Pero claro, sin dogmatismos, si la postura se convierte en una lucha total o sentimos que nos podemos lastimar, nos movemos. 

3-Permanecer en la postura un tiempo prolongado. El tiempo es el ingrediente fundamental que va a hacer que los beneficios del Yin Yoga se manifiesten e integren en nuestro ser. Los tejidos yin no son elásticos, más bien son plásticos, por eso necesitan de la estimulación a través de la permanencia. Las posturas yin se sostienen al menos por 1 minuto en principiantes y llegan  hasta 20 minutos para practicantes avanzados, esto es relativo según cada uno. En Yin yoga es la presión suave y prolongada la que hace que los tejidos se fortalezcan.

Porque me gusta tanto esta práctica.

Primero que nada el permanecer tanto tiempo en cada postura, es una gran invitación para ir hacia adentro, contactar con las sensaciones que van surgiendo en nuestro cuerpo, los pensamientos que surgen en nuestra mente y las emociones que se van manifestando. Esta auto-observación de nosotros mismos nos lleva a conocernos más y poder explorar nuestras reacciones dentro y fuera del mat.

Esto me lleva a la siguiente gran virtud que encontré con esta práctica y es la aceptación. Aceptar permanecer quietos y buscar comodidad, en la incomodidad, es fundamental para que la práctica Yin sea realmente efectiva. Esta incomodidad que transitamos durante la práctica nos lleva a buscar calmar la mente y desde ese lugar nos contemplamos, y aceptamos lo que nos está sucediendo. Y como lo que nos pasa en el mat también nos pasa en la vida, poco a poco comienza a ser más fácil aceptar situaciones no tan “cómodas o agradables” de nuestra vida diaria.

Aprender a soltar, en mi caso la mayor virtud que me trajo esta práctica. En una práctica Yin, soltar es algo que necesariamente tenemos que hacer, si no soltamos, relajamos es imposible acceder a los tejidos Yin del cuerpo.

Aprender a relajarnos, sin necesidad de controlar, sin sostener ni contraer ninguna parte del cuerpo, ha sido para mi un gran aprendizaje que se ha trasladado rápidamente a mi vida. 

Podría seguir párrafos y párrafos hablando de esta maravillosa práctica pero creo que lo mejor siempre es probar una clase y experimentar por nosotros mismos sus efectos.

Autora: Carmen Piña @yoga_car